La música programática es una música descriptiva que tiene por objeto
evocar ideas o imágenes extramusicales en la mente del oyente. El hecho
de utilizar la música como lenguaje descriptivo no es una novedad
(recordar “Las cuatro estaciones” de Vivaldi), sin embargo, es en el
romanticismo cuando surgen géneros nuevos capaces de materializar ese
poder de la música. Nacen así dos nuevas formas de música programática:
la sinfonía programática y el poema sinfónico.
Estas formas de adecúan más a la libertad soñada del compositor de esta
época, que trata de desprenderse de la sujeción de la “tradicional
forma musical”.
La sinfonía programática
Es una sinfonía que en lugar de basarse
en una estructura formal, se desarrolla en torno a la descripción de un
programa o argumento, generalmente de carácter literario. A veces se
trata de retener una idea musical dominante que sirva de base para ir
transformándose: es la famosa idea fija o leitmotiv que utiliza Berlioz
en su Sinfonía Fantástica (melodía que representa a su amada).
La sinfonía programática es una obra de larga duración (varios
movimientos) y normalmente el autor introduce el texto al principio de
la obra que sirve de guía de la misma.
El creador de este género es el compositor francés H. Berlioz
con su obra “Episodios de la vida de un artista” o “Sinfonía
fantástica”, en la que narra su amor no correspondido hacia una actriz
inglesa a la que convierte en música.
Te presento algún fragmento de esta obra
de Berlioz. En concreto el segundo movimiento, que evoca la música de
un baile, en el que con los giros de la danza, vislumbra a su amada.
Sinfonía Fantástica de Berlioz
El poema sinfónico
Es una obra orquestal de origen extramusical, de carácter poemas, cuadros, escenas, etc, cuya finalidad es mover sentimientos y despertar sensaciones, o describir una escena reflejada en el título.Generalmente consta de un único movimiento y está escrito para orquesta, aunque puede ser para piano o para pequeñas formaciones instrumentales.
Un poema sinfónico puede ser una obra en si misma, o formar parte de una serie de poemas sinfónicos a moso de suite, un ejemplo de ello es “Mi patria” de Smetana, ciclo de 6 poemas sinfónicos.
El primero en utilizar el término fue el compositor Franz Liszt, con sus Doce Poemas Sinfónicos.
Este género ha sido continuado sobre todo
por los compositores nacionalistas del segundo romanticismo, dado que
les permite describir o narrar gestas nacionales ( Smetana,
Rimmsky-Korsakov, Mussorgsky).
Los preludios, poema sinfónico Nº 3.
La primera versión de esta obra,
escrita en 1848, era en realidad una obertura para la cantata Les
Quatre Elements, basada en unos textos del poeta francés Joseph Autran,
Despues del estreno, la cantata no volvió a ejecutarse y, entre 1852 y
1854, Liszt rehízo completamente la partitura, inspirandose esta vez en
las Méditations poétiques, de Alphonse de Lamartine. Con el título de
Les Préludes (d´aprés Lamartine ), se estreno en Weimar el 23 de febrero
de 1854 bajo la dirección del propio compositor.
Orquestación:
3 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagots, 4 trompas, 2 trompetas, 3 trombones, tuba; timbales, tambor militar, gran caja, platillos, arpa; cuerda ( violines I y II, violas, violoncelos, y contrabajo).
Siguiendo la linea poética de Lamartine, Los preludios están formados por cinco episodios, unidos por un tema que actúa como leimotiv. En el primer episodio, que sirve de prólogo, el tema es anunciado en el Andante inicial y se afirma heroicamente en el Andante maestoso que le sigue, en el cual es presentado el hombre como protagonista.
El segundo episodio, Allegro ma non troppo, describe la felicidad del amor empleando dos variantes del tema que ponen de manifiesto su aspecto lírico y tierno. La lucha por la vida aparece en el tercer episodio, Allegro tempestoso, que culmina en un clima central a partir del cual la tensión disminuye hasta dar paso al cuarto episodio, Allegro pastorale, donde se evoca el retorno a la naturaleza. En estos dos últimos episodios se encuentran nuevas variantes del tema principal que, profundamente transtronado, conduce a la brillante Marcha final y a la conclusión de la obra.
Orquestación:
3 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagots, 4 trompas, 2 trompetas, 3 trombones, tuba; timbales, tambor militar, gran caja, platillos, arpa; cuerda ( violines I y II, violas, violoncelos, y contrabajo).
Siguiendo la linea poética de Lamartine, Los preludios están formados por cinco episodios, unidos por un tema que actúa como leimotiv. En el primer episodio, que sirve de prólogo, el tema es anunciado en el Andante inicial y se afirma heroicamente en el Andante maestoso que le sigue, en el cual es presentado el hombre como protagonista.
El segundo episodio, Allegro ma non troppo, describe la felicidad del amor empleando dos variantes del tema que ponen de manifiesto su aspecto lírico y tierno. La lucha por la vida aparece en el tercer episodio, Allegro tempestoso, que culmina en un clima central a partir del cual la tensión disminuye hasta dar paso al cuarto episodio, Allegro pastorale, donde se evoca el retorno a la naturaleza. En estos dos últimos episodios se encuentran nuevas variantes del tema principal que, profundamente transtronado, conduce a la brillante Marcha final y a la conclusión de la obra.
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